Cuando hablo con las personas que lo cultivan o lo venden, siento que el chocho representa mucho más que solo comida: es una parte viva de la historia larga entre la gente y la tierra, o Pachamama, aquí en Áncash. Comer chocho es reconocer y celebrar las raíces de la región, la gente que vive ahora y la que ha vivido desde el principio.