Cuando me mudé a Carhuaz me pareció que era un pueblo perfecto, pero solo en los detalles, con mucha observación, se pueden ver algunas rarezas, como personas durmiendo en las calles a las 10 a. m. un martes. Casi cada día que salgo de mi casa para ir a trabajar me encuentro con una persona alcohólica dormida en la calle. Esto no es único a solo unas personas; es algo común que les pasa a varios hombres y padres en Carhuaz. Toman hasta el punto de emborracharse en una de las 94 cantinas que venden bebidas alcohólicas. Allí empieza el problema grave que tenemos en “Carhuaz Borrachera”.
La necesidad en mi comunidad en Carhuaz era prevenir el consumo de alcohol en los jóvenes y estudiantes. También, fomentar la sobriedad de las personas de Carhuaz con la formación de un grupo de apoyo. En los frutos del árbol del problema de alcoholismo están sus consecuencias familiares, mayormente que los papás están ausentes de las vidas de sus hijos. Por eso, los hijos, mis estudiantes, mayormente los varones, carecen de mentores y modelos de roles positivos en sus vidas. Esto influye en sus decisiones sobre sus futuros y los lleva a meterse en mucho riesgo.