Ahora, hablemos de los océanos. Ciudad del Cabo ha sido bendecida con dos de ellos, y juegan un papel muy importante en la vida de la comunidad. A los lugareños les encanta ir a las playas para todo, desde surfear hasta hacer picnics. Hay algo mágico en el ritmo de las olas y la brisa salada que une a la gente. Puedes ver familias, amigos e incluso estudiantes como yo, tomando un descanso de los libros para tomar un poco de sol y mar; ¡Creo que he visitado la playa todos los fines de semana que he estado aquí hasta ahora!
Hablando de descansos, la comida aquí es otra forma en que la comunidad se conecta con su entorno. ¿Alguna vez has oído hablar del biltong (un embutido) o del koeksisters (un pastelito parecido a un donut con coco encima)? Estos son platos tradicionales sudafricanos que no sólo son deliciosos sino que también cuentan una historia sobre la cultura y la historia del lugar. Los mercados de Ciudad del Cabo están llenos de productos frescos cosechados en el área hortícola de Philippi, una de las únicas áreas agrícolas ubicadas dentro de los vecindarios existentes de una ciudad en Sudáfrica, y la cocina local es una celebración de las diversas influencias de la región.
Estar en Ciudad del Cabo ha sido increíble y he podido ver dónde se entrelazan la comunidad y el medio ambiente. Las montañas, los océanos y la vibrante vida urbana se unen para crear una cultura vibrante que no solo enriquece a mis académicos sino que también nos recuerda que debemos apreciar el mundo que nos rodea. Me encanta ser parte de esta comunidad, aunque solo por un tiempo, ¡y espero que tú también puedas experimentarla algún día!
