






En el 27 de febrero, llegue a Perú por la noche. Depues de viajar casi 18 horas, dos vuelos y una escala, fui directamente a mi hotel y me acuesté. No fue hasta el día seguiente, mientres comía huevos revueltos demasiado salados, que mi di cuenta de estar en Lima.
Depues de un desayuno insatisfactario, me trasladé por taxi desde la provincia de Callao, donde se situa el aeropuerto, hasta mi airbnb en el districto de Miraflores. Durante esta vuelta de una hora, vi un choque entre la desertización y Lima. Mientraspasando por el océano pacífico, mi taxista me dijo algo que me dio mucha sopresa. En Lima, no llueve. A pesar de esto hecho, a mi izquierda pasaba acantilados de vegetación y parques llenas de plantas. Luego mi dijo algo aún más soprediente. En Lima, riegan todo por mano o irrigación de gotas. Más tarde durante mi tiempo en Lima, visité el mueso de Pachacamac, un lugar santo precolumbiano, y allí al ladito había un río pequeño. "Durante los tiempos de perignación a Pachacamac," empezó la guía turistica, "todo lo que ves era una valle. Y ahora es una de las últimas valles de la costa central." Nosotros miramos en silencio hacia los pocos arboles ya alrededados por arena. La dezbroza por industrialización.